Por qué debemos incluir a los niños en los debates sobre IA

El avance de la inteligencia artificial (IA) generativa ha alimentado predicciones apasionadas sobre el fin del trabajo tal y como lo conocemos. Al mismo tiempo, ha provocado ansiedad en torno a las preocupaciones éticas sobre el uso de esta tecnología, así como su impacto psicológico en los trabajadores.

Si bien la mayor parte de esta atención se ha centrado en las empresas y los seres humanos en el trabajo, muy pocas de estas discusiones se han enfocado en cómo la IA puede afectar el desarrollo de los niños—la generación a la que probablemente afecte más profundamente.

Reflejando la magnitud del desafío que esto puede suponer, un estudio reciente de la Universidad de California en Irvine reveló que los niños de entre tres y seis años ya creen que los dispositivos inteligentes tienen pensamientos y sentimientos.

Imagínese un mundo dentro de cinco generaciones, en el que las experiencias generadas por IA se integren a la perfección en la vida cotidiana y los niños naveguen por una realidad tan entrelazada con la IA que las líneas entre lo real y lo artificial se vuelvan casi indistinguibles.

En la actualidad, la IA ofrece grandes promesas para los niños y su bienestar, con beneficios que van desde avances médicos y sanitarios hasta mejores resultados de aprendizaje. Al permitir a los humanos predecir con mayor precisión las catástrofes naturales o las crisis provocadas por el hombre, también puede ayudar a más niños a llegar a la edad adulta y llevar una vida más segura.

Sin embargo, a pesar de sus beneficios, la IA también conlleva importantes riesgos para los niños y el futuro de la humanidad en su conjunto. En primer lugar, la IA no solo consume mucha agua, electricidad y minerales críticos, sino que también produce residuos peligrosos, y aún queda mucho por aprender sobre su verdadero impacto ambiental.

Además, la brecha digital entre las comunidades urbanas y rurales, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo, ya es evidente. ¿Cómo nos estamos preparando para las crecientes desigualdades digitales que seguramente surgirán con la adopción de la IA?

Esta es una cuestión que nos esforzamos por abordar en Save the Children, por ejemplo, a través de nuestra iniciativa Safe Digital Childhood Coalition (Coalición para una Infancia Digital Segura). Esta coalición global tiene como objetivo promover la inclusión digital, proteger el derecho de los niños a un acceso equitativo a la tecnología y fomentar las habilidades necesarias para prosperar como ciudadanos digitales.

No olvidemos el gran riesgo de que regímenes y grupos autoritarios utilicen la IA con fines represivos, como suprimir las libertades individuales o intensificar la censura y la propaganda. La IA ya puede amplificar fácilmente la manipulación de información para producir contenido falso. Los niños son los más vulnerables a la manipulación y el abuso en estos entornos – lo que tiene efectos negativos a largo plazo en su desarrollo y bienestar.

Todos estos riesgos aumentan drásticamente por la falta de inversión en el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico desde la escuela hasta la universidad, y por las discrepancias sobre cómo regular la IA o incluso si se debe hacerlo. En medio de los debates sobre los retos de la regulación y la oposición a ella, la regulación sin duda se quedará rezagada con respecto a la realidad en rápida evolución de la IA.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es el camino a seguir? La respuesta es la acción.

En medio del debate sobre la IA, todos —desde responsables políticos hasta educadores— tenemos un papel activo que desempeñar para guiar su uso y desarrollo hacia una dirección positiva y saludable. En última instancia, se trata de una inversión estratégica para garantizar que las generaciones venideras estén bien preparadas.

Estas son tres medidas que podemos tomar para proteger los derechos de los niños en un mundo en el que la IA desempeñará un papel cada vez más importante:

Aunque las opiniones sobre la IA seguirán siendo diversos, cualquier debate en torno a esta tecnología debe contemplar la participación de los niños y sus intereses para fomentar la comprensión de los problemas y soluciones desde su perspectiva.

No tenemos claro cómo desarrollar una IA que haga avanzar a la humanidad sin perjudicarla. Pero esto es algo que ha ocurrido con todas las nuevas tecnologías a lo largo de la historia. Adoptar una visión de la inteligencia artificial centrada en los niños puede ayudarnos a minimizar los riesgos y ampliar el potencial positivo de la IA.