Por qué subestimamos el papel de la IA en el avance de la sostenibilidad

Las películas Matrix y El Hombre Bicentenario fascinaron a los espectadores en la década de 1990, pero el concepto de inteligencia artificial (IA) en aquel entonces era una fantasía, un sueño muy alejado de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, en la actualidad, ese sueño se ha convertido en parte de nuestra realidad.

La IA se ha ido introduciendo de forma silenciosa, pero poderosa, en el tejido de nuestra vida cotidiana. Ya no es una tecnología deslumbrante; es una parte integral de nuestros sistemas críticos, que está remodelando nuestra forma de vivir, trabajar y progresar. La IA está en el centro de todo lo que hacemos, desde cómo recibimos atención médica, gestionamos nuestras finanzas y planificamos nuestras vacaciones, hasta cómo compramos, viajamos y gestionamos nuestros compromisos sociales.

Sin embargo, en medio de toda esta innovación, el potencial de la IA recibe menos atención en los ámbitos del cambio climático, la sostenibilidad y la gestión ambiental. Pese a que estos temas se debaten a menudo, el impacto de la IA en estos objetivos cruciales está subestimado.

Para comprender cómo la IA puede ayudar al planeta, exploremos algunos segmentos en los que la IA ya ha comenzado a jugar un papel transformador.

Se utilizan algoritmos de IA para la teledetección con el fin de procesar grandes cantidades de datos recopilados por satélites y sensores. Estos algoritmos analizan imágenes y señales para evaluar indicadores ambientales críticos, como deforestación, deshielo y baja calidad del aire.

Tradicionalmente, se pensaba que la IA solo sería eficaz en la vigilancia del clima si los países cooperaban y los gobiernos realizaban cambios políticos significativos. Sin embargo, los avances recientes han demostrado que la IA puede marcar una gran diferencia, incluso sin coordinación global ni cambios políticos importantes. Por ejemplo, el uso de la IA para analizar imágenes de satélite y detectar actividades de deforestación.

Global Forest Watch (GFW), en colaboración con Google Earth Engine, supervisa la cubierta forestal casi en tiempo real y utiliza la IA para generar mapas de calor que señalan puntos críticos de deforestación. Solo en 2020, GFW detectó más de 12 millones de hectáreas de pérdida de cubierta arbórea, lo que desencadenó una acción rápida. Las herramientas de IA de la iniciativa han identificado casos de deforestación con una precisión de casi el 90% y han ayudado a reducir la tala ilegal en un 22% en zonas críticas, como la selva amazónica.

La IA también está emergiendo como una fuerza transformadora en la planificación urbana sostenible. Un dominio crítico en el que se está utilizando la IA son las redes inteligentes para la gestión de energí­a. Empresas como Siemens, por ejemplo, han implementado soluciones de redes inteligentes basadas en IA que optimizan la distribución de energí­a y reducen el desperdicio en ciudades como Berlín y Milán.

De manera similar, la IA y las tecnologías en nube están mejorando la eficiencia eléctrica de los edificios. En Singapur, JTC (una junta estatutaria dependiente del Ministerio de Comercio e Industria del país) ha centralizado sus operaciones en Microsoft Cloud, utilizando IA para supervisar y optimizar la distribución en 39 edificios. Esto ha permitido a JTC identificar y solucionar fallos antes de producirse averías, lo que ha resultado en una reducción del 15% en los costos de energía.

Vale la pena imaginar el impacto que pueden tener estas implementaciones de IA si se aplican a escala mundial. Diversas investigaciones sugieren que los edificios en los que vivimos, trabajamos y compramos contribuyen al 40% del consumo mundial de energía y a aproximadamente un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Esto demuestra que la mejora de la eficiencia energética en los edificios a nivel global puede traducirse en una reducción del consumo energético mundial.

En el monitoreo ambiental, la IA puede convertirse en un faro y señalar peligros inminentes. Por ejemplo, para monitorear las poblaciones de vida silvestre, la organización Wildlife Conservation Society emplea cámaras trampa impulsadas por IA en los bosques para rastrear a los animales. Algoritmos avanzados examinan las imágenes capturadas por las cámaras para identificar y contar animales con una precisión extraordinaria. En el Parque Nacional del Serengeti, los modelos de IA han detectado con precisión casi 500 000 animales en un área de miles de kilómetros cuadrados. Los datos obtenidos proporcionaron información muy valiosa sobre el comportamiento de los animales y sus patrones migratorios.

Los ecosistemas marinos también pueden beneficiarse de las tecnologías de IA. Diversas agencias oceanográficas están aprovechando la IA para examinar imágenes y vídeos submarinos, con el fin de vigilar la salud de los arrecifes de coral. Los modelos de IA son capaces de detectar el blanqueamiento de los corales y otros indicadores de estrés a partir de datos visuales.

La IA también está logrando avances impresionantes en el reciclaje. Un ejemplo notable es AMP Robotics, que revoluciona la clasificación y el reciclaje de residuos con robots impulsados por IA. Los robots realizan tareas como clasificar, recoger y trasladar materiales con una precisión de hasta el 95%.

En la industria de la moda, empresas como H&M están aprovechando la IA para mejorar la gestión del ciclo de vida de los productos. La marca está utilizando IA para analizar devoluciones, recibos y datos de tarjetas de fidelidad para personalizar productos para cada tienda. Estudios muestran que, de media, el 53% de la tela producida por los fabricantes de ropa termina en los productos terminados que compramos; el resto se convierte en residuos. Sin embargo, utilizando nuevas tecnologías, los diseñadores pueden crear patrones de cero residuos para eliminar los desechos de tela.

¿Podría la IA ser la clave para alimentar a una población global en crecimiento sin agotar los recursos naturales? Aún no se sabe, pero se trata de una posibilidad prometedora. En la agricultura, la IA está habilitando la agricultura de precisión, un método científico que optimiza la productividad y el rendimiento de los cultivos. Algunas investigaciones indican que la agricultura de precisión puede ayudar a las granjas a reducir el uso de agua y fertilizantes entre un 20% y un 40%. Esto aumenta la productividad y reduce la huella ambiental de las prácticas agrícolas.

El potencial de la IA para resolver problemas ambientales es indiscutible y apenas hemos empezado a arañar la superficie. Incluso en áreas avanzadas, las capacidades de la IA apenas están empezando a desarrollarse. Los retos que se avecinan exigen una aplicación más amplia de la IA en campos emergentes, como la agricultura sostenible, la gestión del agua, la sostenibilidad industrial, la planificación urbana sostenible y la conservación de la biodiversidad.

Para que la IA se convierta en una fuerza transformadora, será necesario en algún momento un apoyo regulatorio que ayude a las empresas a adoptar la IA de manera responsable. Al igual que los marcos del sector bancario, estas regulaciones podrían guiar el despliegue ético de las tecnologías de IA. Este apoyo animaría a las empresas a invertir más en iniciativas de sostenibilidad, en lugar de centrarse en las métricas de crecimiento tradicionales.

Sin embargo, la pregunta clave es: ¿se puede ampliar el papel de la IA para la gestión ambiental a gran escala? Y, si es así, ¿cómo?